Llegados a este punto. Después de un invierno y primavera en Burgos que no fueron ni invierno ni primavera y un verano que se resiste a llegar no hay otra cosa, que desee más, que sentir el cálido y amoroso sol. Este verano el cuerpo me pide calor, naturaleza, mar transparente y azul, atardeceres mediterráneos, siestas bajo el ventilador, calas ocultas detrás de pinares. No quiero norte, sino sur. Calor y bikini. Pero sin multitudes. Tumbarme en la playa sin más pretensiones y dejar pasar los días lentamente, uno tras otro. En Croacia, hace nueve años, descubrí el encanto del mediterráneo tranquilo y desde entonces siempre me he preguntado que razones necesito para hacer lo propio con el mediterráneo español. Porque tener, tengo unas cuantas para viajar a Baleares y si es a Mallorca, mejor que mejor.
Probar su gastronomía en forma de dulce
La primera y más importante es porque desde que tenía 16 años no he vuelto por la isla y ya va siendo hora de probar sus típicas ensaimadas de crema, la más famosa, pero también la de chocolate. Y, bien es cierto, que no es tan glamouroso como los irresistibles cup cakes (que también encontraré, a poco que me proponga) pero un dulce es un dulce y no amarga a nadie.
Calas tranquilas incluso en agosto
La isla ofrece variedad de playas desde el masificado Can Pastilla o Can Arenal hasta calas vírgenes de aguas transparentes rodeadas de pinares. De difícil acceso algunas, y de ocupación media o baja. Vida agreste y tranquila durante unos días siempre viene bien. Si hay que coger el coche que sea para ir a sitios tan espectaculares como la zona de Alcudia y sus playas o la del Levante con sus impresionantes calas.
Un paraíso para los amantes de la naturaleza
En general, todo el territorio es un paraíso para los amantes de la naturaleza: Mallorca colabora en la conservación de la vida silvestre en el mediterráneo a través de la Fundación de la conservación de los buitres. En Soller hay un flamante Jardín Botánico con flora autóctona mediterránea: delicioso para aficionados y entendidos. La reserva natural de S´Albufereta en Pollença con gran interés ecológico. La Sierra de la Tramuntana declarada Patrimonio de la Humanidad como paisaje cultural por la casi perfecta simbiosis entre la acción humana y la naturaleza. Famosa ya su playa Sa Calobra, no, por eso, menos espectacular. El Parque Natural de S´Albufera, Sa Dragonera y Sa Mondragó. Las cuevas del Drach y dels Hams.
Mallorca la isla en la que encontrar paisajes rosas
La ruta de los cerezos en flor, puesta de moda por el Sakura ha traspasado el Valle del Jerte, llegando a sitios como El Valle de las Caderechas en Burgos. Pero quién ha oído hablar de la ruta de los almendros en flor. En Las Baleares florecen más de 7.000.000 árboles principalmente en Ibiza y Mallorca a partir de finales de enero gracias al clima suave de esta zona Especialmente abundante en los municipios de Marratxi, Bunyola y Sóller. Lo mejor acercase a alguno de los monasterios de San Salvador, Bonany y Randa desde donde se divisa el campo mallorquín cubierto de blanco.
Turismo enológico en Mallorca
Asociar vino al mediterráneo tendría que ser una obligación. Desde tiempos inmemoriales las distintas civilizaciones que han pasado por las islas han dejado su marca en la practica y elaboración del vino. Blancos, rosados y espumosos muy apetecibles en la época estival, pero también tintos de alta graduación elaborados a partir de la variedad autóctona manto negro y con varias Denominaciones de origen protegido hacen de la isla un buen lugar para la práctica del enoturismo.