Han pasado ya más de diez años, pero los recuerdos que guardo de la fabulosa isla de Brac todavía permanecen intactos en mi memoria. Por aquel entonces, Croacia no era un destino tan solicitado por los españoles como lo es ahora. Los turistas que por allí pululaban, principalmente, eran los alemanes, ingleses y eslovenos. Una década después, quizás sea un buen momento para volver a este maravilloso país y revivir nuestra luna de miel en el Zlatni Rat.

Vistas desde Vidora Gora en la isla de Brac
Sin embargo, nuestro viaje de novios no comenzó en el país balcánico. Primero disfrutamos de una espléndida semana descubriendo las maravillas de Budapest. Después de la cosmopolita capital húngara nos pareció un gran opción visitar Croacia; y podemos afirmar que acertamos de pleno con la elección.
Dalmacia, el paraíso de Diocleciano

Palacio de Diocleciano en Split
Nuestra entrada en Croacia fue atípica: viajamos en tren desde Budapest. El trayecto por el norte del país nos dio una visión muy realista de lo que allí había pasado apenas diez años antes. Algo difícil de percibir en la ruta entre el aeropuerto y los resorts turísiticos, y que nos hizo reflexionar sobre lo qué significaba Europa entonces. Una década más tarde, las mismas heridas están surgiendo ahora en otros puntos del continente.
Nuestro primera parada fue en Zagreb. Quizás nuestro único error en todo este viaje fue elegir un hotel tan alejado del centro y que no nos permitió disfrutar plenamente de la capital croata. En Split nos resarcimos con creces. Cualquiera que haya visitado esta deliciosa ciudad se siente identificado con Dioclecano, el emperador que pidió la cuenta y se largó a la costa de Dalmacia para construir aquí su palacio, y cuidar su jardín y su huerto. Su jubilación de oro fue el germen de la actual ciudad.
Split es la segunda ciudad en importancia del país. Un importante puerto pesquero y base naval que guarda en su interior una verdadera joya, su ciudad antigua. Declarada Patrimonio de la humanidad, aquí no te debes perder el mencionado Palacio de Diocleciano, la colina Marjan o su bello paseo marítimo, pero lo que realmente disfrutarás es ver atardecer en cualquiera de sus terrazas con una copa helada de malvasía istriana en la mano. Si encima tu acompañante es el amor de tu vida…
La isla de Brac, un vergel entre aguas turquesas

Bahía cerca de Milna en Brac
Tocaba abandonar la península y poner rumbo a las islas, en este caso a la isla de Brac. Ya entonces, las conexiones vía ferry eran numerosas y con una frecuencia importante. Disfrutamos como niños de la vistas del azul adriático mezclándose primero con los blancos de las costa dalmata y luego con los verdes de las islas a las que nos íbamos acercando. Rápidamente nos instalamos en Bol y lo primero que hicimos fue acercarnos a visitar el famoso Zlatni Rat, el «cuerno de oro» nos estaba esperando.

Bol en la isla de Brac
Durante la semana que pasamos en la isla, visitamos Pucisca, localidad enclavada en un profundo fiordo, una joya de arquitectura mediterránea con cuidadas construcciones rústicas que no te puedes perder; las maravillosas calas repartidas por toda la costa de la isla.
Dubrovnick, solo el recorrido por sus suntuosas murallas y las vistas que de la costa desde allí consigues justifican el viaje; y en varias ocasiones la mencionada Split. Pero todos los días, sin faltar uno solo, bajamos a nuestro Zlatni Rat: a tomar el sol, a ver atardecer, amanecer, a practicar snorkel, a disfrutar de esta maravillosa lengua modelada por el viento.
Sabías que: la isla de Brac está cubierta de viñedos, olivares y pinares y su mármol blanco ha sido utilizado para la construcción de numerosos edificios del mundo entero (entre otros, el Palacio de Dioclecioano de Split y la Casa Blanca de Washington). En sus costas se puede disfrutar de numerosas bahías y playas de arena. La playa Zlatni rat, el Cuerno de Oro, es la más conocida de toda la costa croata. Hecha de cantos rodados, cambia de su forma dependiendo del viento y las olas. Entre muchos productos típicos mediterráneos destacan los higos secos y el aguardiente.
Vino y marisco desde las alturas, disfrutando del Zlatni Rat

Vino frente al mar
Tal era la fascinación que nos causó, que solíamos ir a comer y cenar a la terraza de un restaurante situado en la parte alta del «cuerno de oro», que ofrecía unas vistas espectaculares de esta playa angosta de piedras blancas. Suspiro recordando el arroz con langosta que allí comimos, la mariscada regada con vino de Plavac Mali, el exquistio «brudet» —típico guiso de pescado de la zona— que allí probamos y los embutidos y ahumados acompañados de cerveza helada que compartimos en ese idílico lugar.
Sabías que: el Zlatni rat es una famosa playa de arena gruesa en Bol, al sur de la isla de Brač, una de las imágenes más famosas del Adriático croata. Su forma de triangulo sumergiéndose en medio del mar es espectacular. Aquí se presenta un fenómeno natural muy interesante: la misma punta de la playa cambia de forma debido a los vientos y al oleaje. Inmediatamente al lado de la playa hay un hermoso pinar. Se pueden practicar varios deportes, entre otros, el kitesurf. El pequeño pueblo de pesadores de Bol, tiene una amplia oferta de ocio, alojamiento y excursiones.
Recomendar hoy un destino para un luna de miel es complicado. Hay muchos y la gente ya no se conforma con cualquier cosa. Todo el mundo quiere ir a un lugar único, y a ser posible en el que ninguno de sus amigos o conocidos hayan estado. Pero nosotros seguiremos recomendando nuestra luna de miel en Zlatni Rat. Solo nos faltó una cosa: poder hacer un crucero en velero por las islas croatas. Argumento suficiente para dejarnos caer de nuevo, en breve, por este paraíso.
Créditos de las fotos: Wikipedia
Una isla preciosa. Una apuesta segura para una luna de miel. Gracias por compartir. Un saludo.