Soy afortunada. He viajado mucho. Desde siempre. Desde que me metían mis padres, en el coche, no habíamos pasado la primera curva y ya estaba mareada. Viajar siempre me ha producido esa sensación de mariposas revoloteando en el estomago. Más, si se trata de un destino como Indonesia pero también, la excitación de saber qué es lo que pasará en el viaje: las confidencias, los kilómetros que vas dejando atrás mientras compartes unas patatas fritas o la música para animar las horas al volante viendo pasar el paisaje.

Viajar en avión, una opción para todos los públicos

Eso era antes, cuando viajar en avión era impensable y la elección de a donde ibas estaba marcado por la distancia. Ahora escaparte a cualquier rincón del mundo es mucho más sencillo por la variedad de compañías aéreas que operan. Por la cantidad de destinos a los que puedes acceder. Y, por que no necesitas empeñar un riñón para conseguir un vuelo, a un precio más que razonable, aunque se trate de irte al lejano oriente.

¿Cómo llegar a Jakarta?

No soy tanto de destinos que basan su oferta en exuberante vegetación, playas más largas que un día sin pan, aguas azul turquesa, clima con tendencia al calor y cultura enriquecida con cientos de etnias. Sin embargo, desde la respectiva que da el frio del invierno europeo una escapada, a una de estas islas, de las exóticas, me parece el más maravilloso de los todos los sitios maravillosos en los que pudiese estar. Buscar una, que reúna estas características, es fácil en Indonesia. La mejor forma de llegar es coger un vuelo a Jakarta, la capital y perderse entre el maremágnum de islas que ofrece el país. Java con sus templos, sus paisaje volcánicos, amaneceres inolvidables,… Bali, no por ser de las más turísticas, sigue sin parecer de este mundo. Pero, ya puestos a recorrer kilómetros, iré hasta la isla de Derawan y disfrutaré de lo lindo de ese pequeño paraíso en la tierra.

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