Al llegar estas fechas, no lo puedo evitar, me pongo un poco nostálgica haciendo balance de todo lo que ha pasado a lo largo del año. Dramática, también. Ya no es como cuando pensaba que se acababa el mundo, que ya no habría un mañana y todo lo que no había hecho durante ese año ya no lo iba a hacer nunca. Siempre se quedan cosas en el camino. Sobre todo, si tienes un espíritu inquieto. Lo bueno de cambiar de año, si no ves tu vida como un todo, sino como una serie que va por temporadas es que existe la posibilidad de empezar el siguiente donde dejaste el anterior o, darle un giro nuevo a tu vida. Lo cierto es que hay muchas cosas que si no las hago en su momento, luego parece como que pierden la gracia y ya no me apetecen. Me pasa con todo. El restaurante que, al final, no he probado, será porque no era lo que realmente esperaba. La película, de la que todo el mundo habló, si a estas fechas no la he visto, no lo hago, me decepcionará. Con los viajes, no es menos. Siempre empiezo el año con un montón de propuestas. Todos me parecen los sitios más maravillosos del mundo mundial. Pero si a estas alturas no he estado ya, no se quedan pendientes para el próximo año. Pasan, directamente, a la lista de viajes pendientes. Tendrán una oportunidad en un futuro pero te puedo asegurar que ya no será en el 2014. ¡Ya estoy de subidón con los que estoy planeando para este año!

La reflexión de hoy es para los elegidos en el 2013. Para los sitios que me han hecho sentir que son los lugares en los que quiero estar. Para los que me han contagiado su forma de vivir y pensar.

El año comenzó con viaje de trabajo. De los de ida y vuelta en el mismo día. Agotador, pero de los que hacen que cuando llegues a casa te atropellas para poder contar todo lo que dio de si la jornada. Con el añadido de ponerte los dientes largos, la razón principal por la que, siempre, me ha gustado tanto FITUR.

travis

El resto del año ha sido bastante irregular por distintas razones, pero para una persona que puede vivir, perfectamente, sin música ha habido muchos viajes festivaleros. El primero del año fue el BBK live para no perderme el conciertazo de Kings of Leon. Palpar el ambientazo de las Siete Calles. Descubrir el directo de El Columpio Asesino en el Arenal. Escaparme a comprar un bolso de La compañía fantástica en la tienda más handmade de todo el norte norteño. Traerme, unas cazuelas para mi nuevo hogar, gracias a la tienda más maravillosa que podría haber abierto Lorea, en Bilbao. Y a falta de vegetarianos a mano, probar el sushi de los chinos de esos lares.

plaza trigo

El Sonorama en Aranda ya es uno de los imprescindibles desde hace unos cuantos años. Este año tocaban los escoceses Travis pero el concierto, de bailar hasta que te duelen los pies, fue el de Lori Meyers. El tiempo dio para los inmejorables, por el ambiente, conciertos de la Plaza del Trigo y la hamburguesa en The Diner.

Cerrando el año, el mítico espectáculo que ofrecieron los de The National en noviembre en Madrid. Lo di todo, y más. En el concierto y en las, apenas, treinta y seis horas que duró la escapada: desayuno en el Room Mate Laura después de un sueño reparador. Comida en dos a los que había muchas ganas: Clarita y Perrito Faldero. Sandwich en Magasand. Tarta de chocolate blanco y coco en Greek & Shop. Cup cakes en Happy Day Bakery Coffe. En busca de una falda de piel por las tiendas vintage de la zona. En la capital la comida peruana está al alza.

El más entrañable del año ha sido la excursión de fin de curso con todos los niños Freetime  y sus respectivos papás a la Cueva Peluda, dentro del complejo de Atapuerca. No visitable para el común de los mortales pero sí para los privilegiados.

ardales

 

cabras

mijas panoramica

 

 

 

olivo

Este año ha habido un viaje familiar, al sur. Buscando sol y calor. Hubo tiempo para ver  las cabras de camino al monte monte. Comimos sardinas en la arena de la playa. No faltaron las coquinas. Celebramos un cumpleaños con Chocolate Caramel Cream. En Mijas escuchamos a una banda noruega interpretar música poco convencional. Ronda nos cautivó con su atardecer y su vegetariano. Por el camino nos perdimos en mares de olivos. Nos enredamos con los sainetes en Almagro. De regreso, el broche lo puso la parada en el Nómada Market . Imprescindible para una amante del handmade como la menda lerenda.

El inesperado e improvisado llegó al final del año recuperando una afición perdida. Una jornada maravillosa en el campo paseando por el Acebal de Caragüeta en Soria.

Deja una respuesta